11/04/2013

Cambio Generacional

Cambio Generacional

Ya estoy de regreso en mi casa en San José. 

La experiencia vivida en la corta visita a Zurich, Suiza, quedará conmigo por mucho tiempo. 

Hice ese largo viaje a esa ciudad para responder a tres invitaciones en una: la celebración de los 40 años del ministerio suizo, el foro global de liderazgo y la transición del liderazgo del ministerio suizo.

En un blog anterior expliqué un poco sobre la feria de "mejores prácticas" a la que fuimos expuestos. Dios le ha dado al ministerio suizo una increíble capacidad de innovar para mantenerse relevantes. La lista de herramientas es larguísima. 

El sábado por la tarde asistimos, junto a 2000 personas más, a la fiesta de aniversario y la transición de liderazgo.

El la Cruzada (al igual que en las iglesias), no hemos sido muy buenos para hacer transiciones. Principalmente porque la mayoría de las veces, los líderes han salido mal y no hay oportunidad de hacer ninguna transición. Más bien, pareciera que al primer coordinador que iba pasando por ahí lo llamamos para nombrarlo líder nacional.  No es broma, ha sucedido varias veces.

Hanspeter Nuesch es uno de esos líderes singulares en la categoría de Bill Bight y otros que se salen de la norma. Es medio loco, medio tirano, no se amolda a las categorías normales que conocemos, pero en sus 22 años como director de Suiza, llevó a este país a ser uno de los 8 ministerios nacionales de etapa 3 en todo el mundo.

 A sus 62 años, todavía tiene un par de décadas por delante de útil ministerio. Está muy fuerte y sigue tan visionario y activo como siempre. Pero desde hace 2 años decidió que lo mejor es entregar el liderazgo del ministerio a un líder más joven. No conozco los detalles del proceso de selección del nuevo líder, pero una cosa sé: no fue una designación arbitraria hecha en secreto y traida como una sorpresa al resto del equipo. Tampoco seleccionó a uno de sus hijos para continuar dirigiendo detrás de bambalinas.

En el proceso de selección estuvieron involucrados Hanspeter como líder nacional, el equipo de liderazgo nacional y la junta directiva de la Cruzada, quien legalmente tiene que aprobar cualquier cambio de liderazgo de la organización. Me imagino que de alguna manera también se tuvo que tener el visto bueno de todos o la mayoría de los 90 coordinadores en todo el país.

Las personas que seleccionaron son Andreas "Boppi" y Tamara Boppart, una joven pareja (34 y 33 años) padres de tres hermosas niñas, todas menores de 4 años.  

¿Un exitoso líder de 62 años entregándole la dirección nacional a un jovencito de 33? ¿No es un riesgo demasiado grande? 

Todo cambio implica riesgo. Pero Boppi y su esposa tienen 8 años de servir en la Cruzada. Él es un evangelista juvenil muy reconocido en su país y Europa. Ha grabado especiales de televisión y habla en multitudinarias campañas evangelísticas en todo Europa (algo como un Josh McDowell europeo). Además es músico (toca guitarra, batería, bajo y teclados). Ha escrito tres libros. Además tiene una licenciatura en Enseñanza y una maestría en Teología. Su esposa Tamara era la administradora de la empresa de sus padres, es cantante profesional y también tiene maestría en educación.

Necesito poner una foto para que comprendan la diferencia generacional entre Hanspeter y Boppi.
                     Boppi                 Tamara                                    Vrini                              Hanspeter

Observen la diferencia en su vestuario. Boppi nos había contado la noche anterior que no tiene un solo saco ni corbata en su closet. ¿Pantalones rojos en una ceremonia tan formal? Es la nueva generación...

¿Por qué uno de los líderes más exitosos, en la cumbre de su carrera ministerial, apreciado y respetado en su país y en el mundo, desearía dejar la dirección para dedicarse a otra cosa?

No conozco las razones de Hanspeter, pero a los 56 años, ya puedo ver más cerca el día que a mí me tocará algo similar. Quiero tener estas razones:

1. No estoy casado con mi puesto. Mi identidad, mi satisfacción personal no deben depender del puesto o el título que Dios mismo me haya permitido alcanzar. Me dedo sentir tan realizado siendo el Líder del Equipo de Área como el coordinador Ladislao Leiva. Cuando me he sentido tentado a enamorarme de mi puesto, título o función, siempre me recuerdo a qué me llamó Dios cuando entré a la Cruzada. Me llamó a cumplir una misión, no a llenar un espacio en un cuadro organizacional. Mi satisfacción última solamente proviene de mi relación con Dios. Todo lo demás es bonificación opcional.

2. Comprendo que hay otras personas que pueden hacer mi función de líder nacional o internacional, mejor que yo. El mundo cambia rápidamente y aunque todos tratamos de mantenernos al día, es normal que poco a poco vamos perdiendo la capacidad de cambiar tan rápido como la cultura lo exige. A medida que me voy haciendo viejo, me hago más resistente a los cambios. El liderazgo exige personas que sean amigas del cambio y no se sientan amenazadas.

3. Aprecio por la juventud. Los líderes mayores no siempre apreciamos a los jóvenes. tendemos a verlos como inmaduros, inexpertos y activistas irreflexivos. Es posible que algunos jóvenes sean así. Lo que nunca se me debe olvidar es que yo fui joven una vez, con todas las marcas de inmadurez, inexperiencia e hiper activismo. Si Dios me ha podido cambiar a mi, podrá cambiar a cualquier joven líder. Solamente cuando tomamos el riesgo de entregar el liderazgo a los jóvenes es cuando realmente los apreciamos. Hablar no cuesta nada.

4. Hay vida después de ser líder organizacional. Todos hemos pospuesto proyectos personales grandes sobre cosas o temas que nos apasionan pero que por los requerimientos del liderazgo, no hemos podido realizar. Todos estos sueños son parte de la misión que Dios nos ha impreso en el corazón. Irse a la tumba sin realizarlos es la tragedia más grande que le puede suceder a un líder. En algún momento tendré que liberarme de las cadenas del liderazgo organizacional para dedicarme a hacer lo que me gusta y apasiona. 

5. Los jóvenes líderes necesitan viejos lobos de mar que los mentoricen para que alcancen su máximo potencial y para que no cometan los errores que yo si cometí pagando precios muy altos que me atrasaron y causaron mucho dolor. Francamente, como jefe, es muy difícil mentorizar a otros más jóvenes porque en la mayoría de los casos, se interpone mi puesto. No siempre el mentorizado siente completa libertad de abrirse con su jefe.

He regresado con un compromiso renovado de invertir más tiempo y esfuerzo en formar líderes jóvenes. ¿Quién sabe? Talvez alguno de ellos sea la persona que me reemplace en los pocos años que me quedan en esta posición.

  

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