2/04/2007

Un Retiro Necesario


Aquí estoy con mi pastor, Roberto Bustamante, en Estes Park, Colorado, en un rato de turismo durante un retiro de 3 días que tomamos al final de enero.
Desde hace casi 2 años, Eric Swanson me invitó a participar en un pequeño grupo de líderes cristianos de varios países del mundo, para que 2 veces al año nos reuniéramos en una cabaña en las montañas de Colorado para hablar, reflexionar y reportar sobre movimientos en ciudades.
Son tres días muy especiales. Para empezar, el lugar es un hermoso rancho en medio de las montañas de Colorado, como a 60 millas de Denver. En el invierno, todo está cubierto de nieve y el frío es apenas aguantable. En el verano, todo es verde y se ven animales salvajes en su habitat natural.
El grupo de líderes nunca es más de 30. Vienen de países con Estados Unidos, México, China, Noruega, Alemania, Nueva Zelandia y Corea. La mayoría son pastores de iglesias que han lanzado movimientos y redes que buscan crear un impacto para el Reino de Dios en sus ciudades. Lo primero que hacemos siempre es dar un reporte de 3 minutos de los avances en cada ciudad.
Siempre tienen un orador que da los devocionales enfatizando algún aspecto de la Palabra directamente relacionado con las ciudades. Hemos escuchado sobre oración, redes de empresarios y este año, escuchamos sobre como desarrollar una pasión por servir a los más necesitados de esta ciudad.
Vemos películas y videos, discutimos libros, reflexionamos en grupos, etc. La comida siempre es preparada por Rich Loterhoos, un ex-coordinador de la Cruzada que cocina como chef internacional. En las tardes, tenemos tiempo libre para interactuar entre los participantes. Casi siempre salimos al pueblito que esta cerca del rancho o vamos a los parques cercanos.
Después de casi 2 años de reunirnos cada 6 meses, el retiro de enero fue el último. Nos despedimos con la promesa de mantenernos en contacto y continuar esta comunidad de amigos a través del mundo digital. Cada quien regresó a la realidad de su iglesia, movimiento y ciudad.
Para mi, el privilegio más grande fue tener la compañía de mi pastor, Roberto Bustamente. Compartimos largas horas en el camino y en la habitación. Fue refrescante tener un oido amigo quien me escuchara y me pudiera ministrar como pocas otras personas lo pueden hacer.
A veces los líderes nos aislamos y no nos damos la oportunidad de compartir nuestras luchas y conflictos internos (o externos) con nadie. Pasamos aflicciones y angustias que nos tragamos solitos. Pero qué saludable es tener un amigo con quien compartir muchas de estas cosas sin ser juzgado ni condenado. Roberto siempre tiene una palabra de sabio consejo (o consuelo) que llena mi corazón.
Doy gracias a Dios por esta especial oportunidad de retirarme con este especial grupo de amigos, especialmente mi pastor. He aprendido mucho sobre este tipo de comunidad de aprendizaje y nada me gustaría más que comenzar un grupo similar con mis amigos ministeriales de la Cruzada.

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